«Caligula» en Miami

cibrian mahler

El XXIX Festival Internacional de Teatro Hispano de Miami se inauguró el pasado jueves en el Carnival Studio Theater. Dice la crítica….

«Especial El Nuevo Herald» –

http://www.elnuevoherald.com/2014/07/15/1799420/caligula-la-ominipresencia-del.html

El país homenajeado en esta ocasión es Argentina, que cuenta con un fuerte impacto en la escena hispanoamericana. En Miami la presencia del teatro argentino queda testimoniada en la muestra fotográfica de Asela Torres, que registró las sucesivas visitas de sus agrupaciones desde 1983 y hasta el 2013 y que puede ser apreciada en el vestíbulo del Adrienne Arsht Center for the Performing Arts.

Argentina goza de un teatro de tradición en el que confluyen múltiples escuelas y cuenta con renombrados maestros que difunden su filosofía por la escena teatral contemporánea. Tal es el caso del maestro Eduardo Pavlovsky, que recibió el Premio a una Vida en el Teatro.

El festival en esta edición rompió con esquemas al programar por vez primera para la noche de apertura un musical. Calígula, presentado por la Compañía Cibrián-Mahler, escrito por Pepe Cibrián Campoy y Angel Mahler, y con puesta en escena del propio Cibrián, considerado un pionero del teatro musical en Argentina.

El público entra en la sala y las voces en off que repiten “libertad, libertad”, se confunden con el cuchicheo de los saludos. El Calígula de Cibrián tuvo su estreno mundial en Argentina en 1983 hacia los finales de la dictadura militar, como un grito a la libertad y una evidente denuncia al poder dictatorial. La obra es una recreación biográfica del emperador romano, que más allá de una aproximación historicista, es una historia de poder, corrupción, envidia, impunidad, sexo, traición y muerte.

Sillas dispuestas minuciosamente en el escenario, por momentos cierran el cudrilátero en el que la pelea es unidireccional tal como lo es el miedo del pueblo al opresor. La atemporalidad del diseño escénico constata la universalidad del tema, no importa cuántos siglos pasen, el poder sin límites sigue aún vigente, y esta denuncia se plantea en la mezcla de textos y música de Cibrián-Mahler a lo largo de la representación.

Los recursos escénicos que explota Cibrián para diseñar su puesta en escena están llenos de simbolismos, la tela de grandes dimensiones, el eclectisismo del vestuario, la imagen sadomasoquista de Calígula, son elementos que junto a los claroscuros del diseño de luces esculpen imágenes de la decadencia del poder. El cuadro actoral lo forman 12 actores con excelente preparación física y vocal. Se destacan por su cuidadosa interpretación Damián Iglesias en Calígula, que con una potente voz y energía, matiza su personaje y transita por la irracionalidad y la perversión con absoluta credibilidad. Leandro Gazzia escenifica un Claudio sumiso, temeroso a la omnipotencia, lo adorna con repetitivos e “involuntarios” movimientos faciales y logra los momentos de carcajada en la obra. El director, Pepe Cibrián, denota una preocupación por la perfección de los actores no solo a nivel vocal sino tambien gestual y corporal, y esto se traduce en una paridad interpretativa en el resto del elenco. Sin embargo, por momentos la obra se dilata y tiende a repetirse, la progresión de la locura y la autoproclamación como Dios de Calígula es extensa con tendencia a reiterar conceptos que fueron expuestos desde diferentes ángulos.

La compañía Cibrián-Mahler nos regala este trabajo histórico y referencial del teatro musical argentino y hacen de Calígula, una pieza con un texto inquisidor y de denuncia al abuso del poder sea cual fuere el origen político. Calígula, bajo la dirección de Cibrián, aún continúa su vigencia; el poder absoluto corrompe y aunque la búsqueda de libertad es manifiesta en toda la obra, la pesadumbre de la continuidad se hace explícita con la sentencia final de Calígula, “existo y existiré por los siglos de los siglos”.•